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TEJIENDO HOY PARA NOSOTROS Y LOS TURISTAS:

PERSPECTIVAS E INTERROGANTES EN TORNO A LA ACTIVIDAD TEXTIL EN LA REGIÓN ANDINA DE CUSCO


Cristian Terry

CHARLA TEJIENDO IDENTIDADES

Si nos referimos a la literatura, se ha hablado mucho de los tejidos andinos a nivel arqueológico e histórico, en diferentes lenguas, no solamente en español sino también en inglés y francés. Tenemos por ejemplo trabajos de antropólogos que se han focalizado sobre el tejido contemporáneo pero ante todo en comunidades rurales, estudiando su estructura, lógicas internas, patrimoniales y culturales, entre otras.


Lo que más me interesó al realizar mi investigación etnográfica en los Andes fue el enlace tan fuerte de la producción textil con el turismo, especialmente en Cusco. Pude apreciar esto por ejemplo mientras realizaba el estudio de campo con los Q’eros, una población que teje y sigue tejiendo, principalmente las mujeres. En trabajos anteriores a mi tesis doctoral, pude apreciar un resurgimiento de la actividad textil, incluso a temprana edad. Es el caso de la comunidad de Chawaytire, donde hombres, mujeres, niños y niñas, mediante el uso del telar de cintura, han retomado la producción de tejidos motivados por el mercado turístico principalmente. Aún más emblemático en la región de Cusco, es el caso del pueblo de Chinchero y sus múltiples centros textiles cuya actividad textil está estrechamente vinculado al comercio turístico.


Durante mi investigación pude observar ejemplos contemporáneos del trabajo textil, realizado no solamente con el telar de cintura, sino también con otras técnicas, como el telar de cuatro estacas. También se destaca el uso del telar de pedales, adaptación del telar de cintura que busca reproducir un trabajo manual mucho más rápido.


Cabe señar que existe una omnipresencia de tejidos andinos observables a través de diferentes eventos, por ejemplo, en Carnavales y eventos religiosos, como en Chawaytire, donde la Virgen Asunta, patrona del pueblo, es vestida con el mismo tipo de lliqlla (manta) que utilizan las mujeres. También se observa en matrimonios, donde se usan ponchos y lliqllas como traje de los novios. En la ciudad de Cusco, durante sus fiestas (julio), se hacen representaciones de bailes, y se suele utilizar los tejidos andinos, por ejemplo los ponchos en el baile de las wallatas. De igual manera, otros tejidos son empleados en despachos o en rituales de pago a la tierra.


Además, los podemos ver en campañas electorales. Los candidatos utilizan ponchos, chullos o bufandas para expresar su identidad andina o cusqueña, en cierta manera como estratégia de marketing político para conectarse con el electorado. Los museos, como el Museo Inca en la ciudad de Cusco, son otros lugares donde los tejidos son expuestos para reivindicar una identidad inca, que es bastante fuerte en la región de Cusco y se manifiesta de diferentes maneras. Aquí lo interesante es ver como los cusqueños, a través del tejido hilan una identidad y un sentimiento de pertenencia a este pasado incaico con el que se identifican ampliamente.


Esta omnipresencia se manifiesta también al interior del Museo Inca, donde se puede observar a comuneros y comuneras tejiendo con el telar de cintura, siendo la técnica y herramienta de tejido más utilizada en la región de Cusco. En su caso, cabe cuestionarse: ¿para quién tejen estas personas?. No sólo tejen para ellos (existe aún la producción para uso local en la región de Cusco).


Lo que se da bastante hoy en día es el tejido para fines comerciales, principalmente destinados al turismo, como es el caso de los tejedores del Museo Inca. Con fines comerciales o no, la actividad textil crea un lazo que va más allá de la comunidad, pues se forja también con la población cusqueña de la ciudad, como ocurre, por ejemplo, con los estudiantes que visitan el museo y conocen este tipo de actividades como parte de su patrimonio.


La pregunta de “para quién están tejiendo” nos lleva a una segunda pregunta: ¿son estos tejidos solamente andinos?. Podemos encontrar estos tejidos en modelos de alta costura, lo que demuestra cómo el tejido se ha estado externalizando y globalizando, producido por ejemplo por diseñadores peruanos y bolivianos. Esta globalización se acompaña de exhibiciones museográficas, como el de la Asociación Asur en Sucre, que ha revitalizado la actividad textil de la región en Bolivia, o el del Musef (Museo de Etnografía y Folclor) en La Paz. Estas exhibiciones están presentes incluso en otros museos fuera de los Andes, como el museo de antropología de Vancouver.

También hay presencia de tejidos en lugares como la ciudad de Panamá o en Valdivia, Chile. No se trata de tejidos necesariamente manuales, muchos de ellos confeccionados industrialmente. Por más que el objeto en sí sea elaborado manualmente, si nos referimos al material utilizado, vale decir al aguayo, este es industrial, producido por máquinas capaces de emular el trabajo manual, en menor tiempo y costo de producción. Existen así hoy en día aguayos manuales e industriales.


Un ejemplo interesante ocurre en la región de Chinchero con el mercado turístico. Se trata de las llamadas “demostraciones textiles”, realizadas dentro de los centros textiles donde llegan los turistas, se sientan y mujeres comienzan a explicar el proceso de tejido. Dicho proceso comprende desde la obtención de la lana, de oveja o alpaca, hasta la obtención del tejido a través del telar de cintura. Al terminar la explicación, se pasa a la venta. En los centros textiles se encuentran stands con productos para los turistas que incluyen aguayos manuales e incluso industriales (que estas mujeres compran por ejemplo en la ciudad). El objetivo final es el poder vender la mercadería, fuente de ingresos para estas mujeres (las demostraciones textiles son gratuitas). Con respecto a la globalización de los tejidos andinos, el mercado turístico se convierte en un vector de ella, pues cada turista que lleva una de estas prendas a sus hogares, difunde su presencia por el mundo.


Así vemos que los tejidos hechos manualmente se han ido globalizando e industrializando paulatinamente, no solo en la región andina, sino en el exterior. Al respecto, reuní objetos para una colección del Museo de la Etnografía de Neuchâtel en Suiza, elaborados sobre la base de aguayos manuales e industriales que son comercializados principalmente en el mercado turístico. Esta colección demuestra cómo se han actualizado los tejidos andinos, ampliando el repertorio más allá de los “clásicos” ponchos, chullos y lliqllas. Encontramos así objetos tales como antifaces para dormir, estuches para Ipads, mochilas, cartucheras, magnetos para refrigerador, entre otros tantos productos, algunos de reciente creación y adaptados a los tiempos contemporáneos. Dentro de este conjunto se observa una serie de productos de carácter híbrido, materialmente hablando, pues combinan el tejido con otros materiales que componen cada objeto.


Frente a la industrialización del tejido andino contemporáneo, cabe hacerse una tercera pregunta: ¿qué hay de los “tejidos industriales chinos” de los que me hablaron alguno de los interlocutores en La Paz, Uyuni y el Cusco? ¿Qué impacto tienen en el futuro del aguayo manual en los Andes?


Esto me lleva al último punto, sobre las interrogantes y perspectivas que surgen a través de la actividad textil y los tejidos en sí. Es interesante observar esta relación íntima entre el turismo y esta especie de renacimiento textil que se da gracias a este mercado. Vemos, por ejemplo, niños y niñas que retoman la actividad porque de alguna manera encuentran una alternativa para ayudar a sus padres, siendo para estos últimos una actividad comercial. Se crea así este vínculo entre turismo y comercio textil, como parte de una búsqueda de alternativas económicas a la economía campesina que se viene dando históricamente en las comunidades andinas.


Otro punto relevante es el empoderamiento femenino que se observa, por ejemplo, en el caso de Cusco, donde las mujeres explican a los turistas el proceso de elaboración textil. Esto les permite no solo tener un ingreso suplementario, sino también 1) invertir en su propia educación o la de sus hijos y 2) crear un espacio de aprendizaje continuó comunicándose con los turistas en español e inglés y practicando estas lenguas extranjeras para ellas, siendo quechuahablantes. Al interactuar cómodamente con los turistas ponen en práctica y refuerzan sus conocimientos lingüísticos y sus habilidades de oratoria. Esto les permite considerar otras alternativas que van más allá de la comunidad, como pensar en estudiar turismo, tener una agencia o aspirar a ser profesionales, con el fin de tener mejores perspectivas que las que tuvieron generaciones pasadas, muchas veces discriminadas y con poco capital económico y educativo. Al respecto varios manifiestan el deseo de dejar de ser considerados como “campesinos analfabetos”.

Otro punto significativo en la discusión y el debate sobre el tema es la existencia de conflictos internos. No podemos quedarnos ciegos ante esta situación. Muchas veces se valoriza el tejido andino y el patrimonio textil en los Andes. Tenemos el caso de comuneros que lo dan a conocer, siendo elementos que son parte de su identidad y una manera de enraizarse con su pasado y su presente. Pero al mismo tiempo, la actividad textil y el comercio turístico genera tensiones que pueden ser preexistentes al turismo, dando lugar a conflictos de intereses, ocasionando, por ejemplo, que asociaciones de tejedores se disputen el mercado turístico. Éste los pone en competencia y el deseo de acaparar más este mercado buscando mayores ingresos.


Entonces retomando la tercera pregunta, ¿cuál es el futuro del tejido andino?. Debemos tomar consciencia de las dificultades que tienen los tejedores de los Andes para poder mantener esta actividad, y poderla mantener ante un sistema neoliberal y mercantil, en el cual hay que vender de alguna manera su producción o buscar alternativas económicas. Actualmente el aguayo manual está en competencia con otro tipo de productos que se asemejan, tratando de imitarlo, como el aguayo industrial o el aguayo chino, mucho más baratos y abundantes en el mercado.


Es importante considerar además que muchas mujeres, por ejemplo en Chinchero, ahora ven en la actividad textil relacionada al turismo un trampolín para tener mayores perspectivas profesionales. Esto en ámbitos que no buscan necesariamente continuar con el tejido, sino dejar este trabajo y salir de la comunidad, salir de una situación de cierta discriminación histórica que han sufrido estas poblaciones, buscar igualdad de oportunidades. Ven en la actividad textil oportunidades para lograr una mejora en la educación con perspectivas profesionales, lo que puede llevarlas lejos de sus comunidades y así dejar de tejer para ellos o los turistas. Sin una generación de tejedores nueva, es probable que los tejidos andinos se mantengan sobre todo por medio de la producción de telares a pedales o de tipo industrial. Aunque puede que quede en manos de algunos que desean mantener el patrimonio textil y/o buscar fuentes de ingreso ante una posible reelaboración del tejido manual dentro del mercado, como es el caso hoy en día.


Cristian Terry, Perú: Antropólogo peruano-suizo. Posee un Máster en estudios de desarrollo en el Graduate Institute of International and Development Studies, Ginebra; y un Doctorado en ciencias sociales en Université de Lausanne, Lausana.

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