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PREHISTORIA

Nereida Apaza

CHARLA TRAZOANDINO

Toro Muerto es un lugar ubicado en la provincia de Castilla, en el distrito de Uraca, cuya capital es el pueblo de Corire. Es un valle agrícola, pero su peculiaridad es que en este lugar se ubica el repositorio de petroglifos más grande de Sudamérica y probablemente del mundo.


La primera noticia que tuve de este lugar fue por mi padre, tras un viaje de excursión a este sitio arqueológico, con su promoción de la universidad. Me enteré, leyendo sus notas y el álbum de fotos, que fue su descubridor, Eloy Linares Málaga, el catedrático de este grupo de alumnos que los llevó a este lugar. Así que mi padre me contó de este lugar con mucha emoción y muchas ganas probablemente de llevarme y que pudiera conocerle.


Lo singular de este lugar es que cuando uno está caminando por Toro Muerto, pareciera que uno nunca acaba de ver y encontrar los dibujos. Están en un área de 5000 kilómetros aproximadamente desperdigados, son muchas, muchísimas rocas y dibujos que han sido estudiados, pero también destruidos y vandalizados.


Hay muchas publicaciones, una de ellas es el Libro de piedra de Toro Muerto, de Antonio Núñez Jiménez, que llegó a mis manos por cosas del destino: Mi esposo ganó un concurso de arte en el colegio y el premio era este libro, que más tarde empecé a revisar. Eso, junto a los recuerdos y anécdotas de mi padre, me hizo querer visitar el lugar.


Es un paisaje desértico, silencioso, donde sólo el viento y el calor acompañan, pero sobre todo, acompañan esos dibujos percutidos en la piedra. Son muchas las rocas que están dispersas, y la mayoría de ellas, por no decir todas, tienen dibujos. Es un lugar de fácil acceso, sin embargo, no está bien cuidado. Está muy cerca del valle, de Uraca a diez minutos en auto, o una hora caminando.


¿Por qué es que empiezo a tomar estos motivos para elaborar mi propuesta artística y desarrollar un cuaderno dedicado a este lugar, a Toro Muerto? Siempre me ha emocionado leer la historia, sobre todo encontrar información de este tipo, como las manos estarcidas, o los montículos de piedra que nos llevan a nuestra prehistoria, hace miles de años atrás. Sentir esa humanidad, ese tiempo en el cual vamos evolucionando, cambiando nuestras sociedades y costumbres, en las que sociedades van desapareciendo dando lugar a otras, y nos van dejando estos vestigios.


La primera vez que lo vi, fue como un viaje en el tiempo. Fue encontrar mi humanidad a través de estos dibujos. No buscaba encontrar en ellos respuestas o significados de por qué los hicieron, simplemente el hecho de observar la forma en la que había sido trabajado, el tipo de imágenes, de formas, seres, animales que en ellos se ha plasmado. Hay algunas iconografías que son muy características del lugar, como los danzantes, los más publicitados del lugar. Hay aves, felinos, serpientes, etcétera. Me parece sorprendente la forma en la que los animales son representados en actividades cotidianas.


Lo lamentable es que no he encontrado información reciente sobre estudios arqueológicos, para seguir inventariando piedras. Me cuesta entender el desinterés del Ministerio de Cultura, los mismos estudiantes y profesionales en arqueología de darle el valor e importancia que tiene este lugar. Los dibujos son sencillamente hermosos y conmueven la habilidad con la que trabajaron los diseños y sobre todo, si tratamos de entender que abordaron la vida, la muerte y la subsistencia humana.


En el Libro de piedra de Toro Muerto se pueden observar los dibujos con más claridad, siendo el apartado de aves el que más me impresionó, inspirando mi trabajo para el Proyecto Rupestre Contemporáneo. Sin embargo, ya tenía una fijación con estos dibujos. Manuel Munive, curador de dicho proyecto, me compartió el registro de su visita al lugar, y muchas de ellas sirvieron para elaborar mi proyecto, el cuaderno Toro Muerto. Son muchas formas, e infinidad de aves están representadas. Según he leído, los grabados pertenecen a varias épocas, no se puede determinar claramente a qué cultura pertenecen. Probablemente Wari, Chuquibamba y también Inca.


El cuaderno Toro Muerto es un cuaderno escolar de tela, bordados con hilos, que normalmente se exhibe en carpetas o mesas para que la gente se aproxime a ellos, las personas puedan abrirlo y tocarlo y ver sus contenidos. La carátula pertenece a un tipo de cuaderno popular que se distribuyó en los años 85 al 90, más o menos, en Perú, durante la crisis económica. El gobierno empezó a regalarlos a los estudiantes, y son recordados por todos los que estudiamos en los años 90, una muestra de cómo vamos construyendo nuestra nación. Se lo dedico a Manuel Munive por ser una de las personas que está haciendo algo concreto por difundir y de alguna manera salvaguardar este patrimonio y esta memoria.


El cuaderno inserta poesía en algunas hojas. Son textos bordados en los que tocan temas diversos como el mismo desierto en Toro Muerto.


En el desierto el viento canta

las estrellas mueren un poco cada día


Quise incluir en estudios antropométricos del cerebro y del cráneo, representaciones de aves de los petroglifos de Toro Muerto. No sabría decir exactamente porqué, es una intuición, un querer plasmar una emoción, un momento, un tiempo de mi estadía en Toro Muerto a través de estas imágenes. Tal vez los cráneos son como las piedras, con esas formas que a veces no se pueden definir muy bien.


En el desierto las piedras hablan

y sus corazones laten

eternamente cada día


En el desierto las aves no migran

sólo observan el tiempo

cada día


En el desierto yo nací pájaro

de corazón pequeño

soy colibrí cada día


Una de las imágenes más hermosas que encontré de los dibujos fue justamente de un colibrí. Olvidé el lugar y no pude tomarle una foto, lo tengo guardado en mi corazón y en la memoria.



En el desierto los niños escuchan

el fuego sagrado que nos ilumina

cada día


En el desierto habita un mundo ya extinto

que me recuerda a mis ancestros

cada día


En el desierto la existencia es

como el agua

efímera y vital


En el desierto los niños juegan a volar

los acompañan los felinos y serpientes

cada día.


Y finalmente

En el desierto aprender a dibujar

es como aprender a vivir

cada día


Una de las cosas, a partir de estas visitas, que aprendí es a exhibir de una manera diferente, exhibir y mostrar mi trabajo de una forma que permita interactuar con la gente, tocar las piezas cómo podría yo tocar las piedras en Toro Muerto. En Puno fui a una calle en la ciudad, al mercado, donde pude tender una manta y colocar allí mis bordados. En el claustro de la Universidad Nacional de San Agustín, donde fue catedrático Eloy Linares Málaga, descubridor del sitio arqueológico, mostré otros cuadernos a los estudiantes de filosofía y literatura. Esa fue una enseñanza que me dejó la visita a Toro Muerto. Sé que en diversos lugares de Latinoamérica hay espacios que contienen estos repositorios de petroglifos. Espero que los visitemos, conozcamos y pongamos en valor del mejor modo que podamos.


Nereida Apaza, Perú: Artista visual, estudió pintura en la Escuela de Artes Carlos Baca Flor de Arequipa. Realiza su propuesta en diversas técnicas: bordado, poesía, escultura, video arte, pintura y grabado.





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